Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
LA CONQUISTA DE MEXICO



Comentario

De cómo se alzó Cristóbal de Olid contra Hernán Cortés


Fue Cristóbal de Olid a Cuba, según Cortés le mandara, y tomó en la Habana los caballos y las vituallas que Contreras tenía compradas, que costaron bien caras. Costaba entonces la fanega de maíz dos pesos de oro, la de judías cuatro, la de garbanzos nueve, una arroba de aceite tres pesos, otra de vinagre cuatro, otra de candelas de sebo nueve, y la de jabón otros nueve, un quintal de estopa cuatro pesos, otro de hierro seis, dos pesos una ristra de ajos, una lanza un peso, un puñal tres, una espada ocho, una ballesta veinte, y el ovillo uno, una escopeta ciento, un par de zapatos otro peso de oro, un cuero de vaca doce. Ganaba un maestre de nao ochocientos pesos cada mes; y con esta carestía hizo Cortés ésta y otras armadas, y en ésta gastó treinta mil castellanos. Entretanto que se cargaban y proveían las naos de estos bastimentos, y de agua y leña, se escribió y concertó con Diego Velázquez para alzarse contra Cortés, con aquella gente armada y tierra que a su cargo llevaba. Intervinieron en el concierto Juan Ruano, Andrés de Duero, el bachiller Parada, el provisor Moreno y otros que, después de muertos Velázquez y Olid, se descubrieron. Tomó, pues, lo que Contreras y Diego Velázquez le dieron, y se fue a desembarcar quince leguas antes del puerto de Caballos, habiendo corrido mal tiempo y peligro; y como llegó el 3 de mayo, llamó al pueblo que trazó Triunfo de la Cruz. Nombró por alcaldes, regidores y oficiales a los que Cortés señalara en México, tomó la posesión, e hizo otros autos en nombre del Emperador y de Hernán Cortés, cuyo poder llevaba. Todo esto era, según después pareció, para asegurar los parientes y criados de Cortés, y para fortalecerse muy bien y reconocer aquella tierra; mas luego mostró odio y enemistad a Cortés y a sus cosas, y amenazaba con la horca al que algo le contradecía o murmuraba. Prometió oficios, obispados y audiencias a muchos; y así, no había hombre que le fuese a la mano. Dejó de enviar a descubrir el estrecho, y se puso a echar de aquella tierra y costa a Gil González de Ávila, que, como poco antes dije, estaba en ella, y tenía poblado a San Gil de Buena Vista. Mató muchos españoles por hacerlo, y entre ellos a Gil de Ávila, su sobrino, y prendió al mismo Gil González de Ávila con otros muchos, por quedarse solo en aquella tierra, que no era pobre. Cortés, cuando supo lo que Cristóbal de Olid había hecho, envió con gran prisa a Francisco de las Casas con nuevos poderes y mandamientos de prenderle, en dos naves muy buenas, y bien acompañado. Cristóbal de Olid, cuando vio aquellas naos, sospechó lo que traían; se metió en dos carabelas que tenía con mucha gente para no dejarles tomar tierra, y les tiraba. Francisco de las Casas alzó una bandera de paz; mas no fue creído. Echó al mar los bateles con muchos hombres armados para pelear y tomar tierra si hallasen entrada, y comenzó a jugar su artillería; y como en no escucharle se manifestaba la malicia y rebelión que se decía, se dio tal mana, que echó a fondo una carabela del contrario. No se ahogó la gente ni él se atrevió a arribar al puerto, sino que se estuvo con sus naos sobre las anclas, esperando lo que acordara hacer Cristóbal de Olid, que luego movió partido, y era por esperar una compañía de su gente que había ido contra los de Gil González. Entretanto sobrevino un fuerte temporal y viento, que dio con los navíos de Francisco de las Casas a través, de forma que muy pronto fueron presos los que venían en ellos, sin derramamiento de sangre. Estuvieron tres días sin comer y con muchas aguas y fríos; murieron cerca de cuarenta españoles. Les hizo Cristóbal de Olid jurar sobre los Evangelios, como a los de Gil González, que le obedecerían en todo y por todo; que nunca serían contra él ni seguirían más a Cortés; y con tanto, los soltó a todos, excepto a Francisco de las Casas, que llevó consigo a Naco, buen pueblo, que destruyeron Albitez y Cereceda. De la manera susodicha prendió Cristóbal de Olid a Francisco de las Casas, y antes, o como dicen otros, después a Gil González de Ávila. Como quiera que fuese, está cierto que los tuvo presos a entrambos a un mismo tiempo y en su propia casa, y que estaba muy ufano con tan buenos prisioneros, así por la reputación y fama, como pensando conseguir por ellos aquella tierra libremente, y que se concertaría con Hernán Cortés. Mas le sucedió muy el contrario; porque Francisco de las Casas le rogó muchas veces delante de todos los españoles que le soltase para ir a dar razón de sí a Cortés, pues su persona y prisión le hacía poco al caso; y como siempre le respondía que no lo haría, le dijo que le tuviese a buen recaudo, porque de otra manera le mataría; palabra muy fuerte y atrevida para hombre preso. Cristóbal de Olid, que presumía de valiente, y que le tenía sin armas y entre sus criados, no hizo caso de aquellas amenazas. Acordaron, pues, ambos prisioneros de matarle; y cenando los tres a una mesa, otros dicen que paseándose por la sala, tomaron sendos cuchillos de servicio o de escribanía. Le echó mano por la barba Francisco de las Casas, y sin que se pudiese rebullir, le hicieron muchas heridas, diciendo: "No es tiempo de sufrir más a este tirano". Al fin se les escapó, y se fue al campo a esconder en unas chozas de indios, con el pensamiento de que, llegados los suyos a cenar, pues entonces estaba solo, matarían a Francisco de las Casas y a Gil González; pero ellos dijeron luego: "Aquí los de Cortés"; y al poco tiempo tuvieron sin sangre ni mucha contradicción las armas y personas de todos los españoles a su mando, y presos algunos favorecedores de Cristóbal de Olid. Lo pregonaron, y se supo dónde estaba; le prendieron e hicieron proceso, y por sentencia que entrambos a dos dieron, fue degollado públicamente en Naco, a los pocos días de ser apresado. Y así feneció su vida, por tener en poco a su contrario y no seguir el consejo de su enemigo. Tras la muerte de Cristóbal de Olid gobernó la gente y tierra Francisco de las Casas y Gil González, sin apartarse ninguno con la suya; y Francisco de las Casas pobló la villa de muchas cosas Trujillo en 18 de mayo del año 25; ordenó cumplideras a Cortés, y se volvió a México por tierra, llevando consigo a Gil González de Ávila. Tenía la audiencia de Santo Domingo autoridad del Emperador para castigar al que se descomediese y moviese guerra entre españoles en aquella tierra de las Higueras, y envió allí lo más pronto que pudo al bachiller Pedro Moreno, su fiscal, con cartas y poder; mas ya cuando llegó había muerto Cristóbal de Olid, y los matadores marchado a México, y no pudo ni supo hacer nada; antes bien, dicen que fue mejor mercader que juez.